lunes, 16 de noviembre de 2020

La gran decisión de los Reyes Magos y Papá Noel - Fichas de Lectoescritura

Cuentos con valores- La gran decisión de los Reyes Magos y Papá Noel
Papá Noel, Gaspar, Melchor y Baltasar tenían una reunión.

Quedaron un jueves de diciembre en la Ponia, en casa de Papá Noel, los cuatro estaban muy serios, preocupados, pensativos e intranquilos. Tenían que tomar una decisión muy importante, una decisión definitiva que cambiaría para siempre la Navidad.

Como todos sabemos, los repartos de regalos se hacen en dos noches. En Nochebuena, de la que se encarga Papá Noel y la madrugada de la cabalgata, de las que se encargan los tres Reyes Magos. Por mucho que los cuatros son magos y que pueden en tan poco tiempo acudir a casa de millones de niños, siempre hay algunos que se quedan sin sus regalitos.

Ante la imposibilidad de conseguir una solución para que entre los cuatro pudieran llegar a todas partes, han decidido que no repartirán regalos a ningún niño ni niña del mundo.

Tras tomar una decisión tan complicada decidieron escribir una carta para explicarles a todos el problema.

A medida que los niños y niñas iban recibiendo la carta la tristeza se iba apoderando de sus corazones. Sentían dolor a raudales, desconsuelo, amargura, disgusto, angustia, desengaño, pesar y, en definitiva, pena, mucha pena, una pena enorme como una gran losa.

Ese sentimiento corría de una familia a otra, de una casa a otra, de un país a otro... hasta que el mundo entero decidió no celebrar ese año las Fiestas Navideñas, sumidos, como estaban, en la más absoluta desesperación.

Corriendo, corriendo, volando, volando esta noticia y sus consecuencias llegaron también a una casa muy especial.

Era la casa de un niño. Un niño que precisamente el día 24 de diciembre, Nochebuena, celebraba su cumpleaños. Pero en esa casa no había fiestas de cumple en el parque, ni se iban a las bolas con los amigos y amigas, ni se invitaba a nadie, ni había tartas ni mucho menos regalos. Ellos no tenían dinero, ni juguetes, ni tablet, ni móviles, ni un armario lleno de ropas, ni una mesa llena de chocolates y dulces, ni adornos de Navidad, …. Ellos solo se tenían los unos a los otros.

Eran una familia muy querida por sus conocidos, vecinos y amigos. Eran atentos, tiernos, educados y agradables con todo el que les rodeaba. Siempre tenían algo que compartir, un saludo cariñoso, una sonrisa en sus labios, una mirada dulce, una palabra amable, es decir, que daban todo lo que tenían, osea, su tiempo y su amor a los demás.

Por eso, cuando se enteraron de la noticia no entendían el motivo de tanta tristeza. Cuando nació este niño, hace ya unos años, vinieron los tres Reyes Magos a su casa, y les trajeron unos cofres con unos tesoros, pero ya no han vuelto a venir. Con aquellos obsequios había sido suficiente para toda su vida. ¿Es que era necesario que eso sucediera habitualmente?

El niño, el miembro más pequeño de esa familia, andaba por la calle distraído cuando alguien le preguntó:

- ¿Qué te pasa? Te noto pensativo.

- Intento entender – le contestó el niño.

- ¿Qué quieres entender? - le preguntó curioso aquel hombre.

- Pues cuántas veces tienen los Reyes Magos que ir a casa de los niños para que estén contentos – respondió pensativo el niño.

- Pues siempre lo hacen una vez al año, menos este año. ¡Ayyy que disgusto tenemos todos! – respondió el buen hombre con un suspiro.

- ¿Todos los años? Pues no lo entiendo – insistió el niño - Los tres Reyes Magos, y su amigo Papá Noel que les ayuda, les regalan a los niños al nacer tres cofres repletos de grandes tesoros: Uno con un corazón generoso, otro con una vasija de amor y cariño y otro con una mente para imaginar, pensar y aprender. ¿Es que con esas riquezas no es suficiente? ¿Pues qué más hace falta? - preguntó el niño asombrado.

Aquel hombre no supo que responder a tanta verdad. Tal vez ese era el mensaje que querían transmitir Papá Noel y los Reyes Magos en aquella Navidad.

Quizás pretendían que todos entendiésemos que la Navidad es otra cosa. Puede que los cuatros magos quisieran que recordásemos que la Navidad es la fiesta de la familia, que el mejor regalo es la propia vida y que ya tenemos todo lo necesario para ser felices.

Miró al niño que se marchaba y le dijo:

- Me has alegrado la Navidad, voy a hacer que todas las personas del mundo entiendan el mensaje de los Reyes Magos y Papá Noel como tú me has explicado. Esto sí que es un gran regalo – dijo el vecino con una gran sonrisa impregnada de ilusión.

El niño le devolvió la sonrisa con gesto de ternura.

- Dale un abrazo a tus padres, María y José, de mi parte y que tengas un feliz día de cumpleaños, Jesús – se despidió alegre el hombre.

- Gracias amigo. Y feliz día de mi cumpleaños también para ti. Feliz Navidad a todos – contestó con una bonita sonrisa en sus labios el Niño Jesús.





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