viernes, 4 de diciembre de 2020

El Hechizo y la Navidad - Fichas de Lectura Comprensiva y Lectoescritura

Cuentos con valores-El hechizo y la Navidad
Había una vez un bonito y mágico país. Un país especial repleto de bellas hadas, simpáticos duendecillos, trabajadoras elfas, preciosos unicornios, traviesas brujillas, curiosos magos y, en definitiva, un lugar perfecto con seres fantásticos de buen corazón.

Era un país maravillo para vivir. Siempre había un motivo para salir con los amigos, comer con las familias y disfrutar con los demás personajes mágicos. Siempre había algo que celebrar en buena compañía, alguna fiesta, algún cumpleaños, alguna conmemoración... Para ellos esto era lo más importante de sus vidas. Reunirse con sus seres queridos era lo único a lo que no estaban dispuestos a renunciar jamás.

Una de las festividades que más les hacía disfrutar era la Navidad. En estas fechas se recordaba el nacimiento de uno de los seres más singulares de aquel país. Eran días únicos en el año, la mejor fiesta de todas. Venían familiares y amigos de todo el país, se abrazaban, se besaban y se intercambiaban libros de regalos.

Los libros eran el regalo más especial que se podía hacer porque, con ellos, se vivían grandes aventuras con personajes y lugares que solo podrían existir en la imaginación.

No había nada más deseable que la Navidad. Durante todo el año grandes y pequeños hablaban y planeaban estas fechas, se organizaban comidas, se preparaban juegos, se diseñaban decorados, se ensayaban canciones… Y así venía siendo durante años y años.

Pero a veces las cosas cambian, a veces hay acontecimientos que no dependen de nosotros y que hacen que lo que viene haciéndose durante años haya que modificarlo. Y esto fue, ni más ni menos, lo que pasó en este bello lugar.

Unos meses antes de la llegada de tan esperada fiesta, al país llegó un hechicero malvado que lanzó un encantamiento a todos los habitantes de tan hermoso y tranquilo lugar.

El país se encontró con un virus, una enfermedad, que pasaba rápidamente de unos a otros habitantes contagiándolos. Este bichito con pinta de reina, al que llamaron coronavirus, hacía que los habitantes de este mundo mágico perdieran sus colores, su alegría, sus ganas de trabajar,… Se sentían tan mal que tan solo les apetecía estar acostados sin jugar, ni estudiar, ni reír,…

Y en esta situación llegó la Navidad, todos los seres de este mágico país sentían la necesidad de celebrar esta fiesta como siempre, de no cambiar nada de su rutina en estas fechas tan especiales. Estaban dispuestos a quedar con sus amigos, a intercambiarse personalmente sus libros, a comer con sus familias, a bailar, cantar y abrazarse como siempre. Estaban dispuestos a que el hechizo no afectara a estos entrañables festejos pasara lo que pasara después.

El hechicero se frotaba las manos ante esta situación puesto que cuanto más se acercaran los unos a los otros, cuanto más se abrazaran y cuantos más se juntaran, más se extendería su virus maligno y más rápido se quedaría con todo el país para él solo.

Sin embargo, el hechicero no pensó en que los habitantes de este lugar se querían muchísimo. Era tanto el amor que sentían los unos por los otros que decidieron alejarse lo más posible. Sabían que la única manera de romper el malvado encantamiento era distanciándose tanto que el coronavirus no podría seguir embrujándolos.

Después de mucho pensar, de mucho hablar por la caracola mágica, tomaron una difícil y dolorosa decisión. Este año las Navidades se celebrarían sin reunirse, sin abrazarse y sin intercambiarse los libros en persona. Eran conscientes de que así y solo así el hechizo se rompería y todos los habitantes de este mágico y bello país volverían a recuperar su normalidad.

El próximo año, pensaron todos, la Navidad será aún mucho más especial porque habremos aprendido a valorar que lo realmente importante es que todos los seres a los que queremos estén libres del horrible hechizo del coronavirus.

Todos los habitantes de ese bello país pensaron que lo importante no era celebrar estas Navidades sino resguardar, proteger y cuidar a nuestros amigos, a nuestras familias y sobretodo a nuestros abuelos y abuelas. Esas personas que lo han dado todo por nosotros, por nuestros papás y por nuestras mamás y, ahora, necesitan que los defendamos de este hechizo utilizando tan solo unas palabras mágicas:

No te beso, no te abrazo, no ceno contigo este año en Navidad porque te quiero con locura y quiero celebrar muchas fiestas contigo"


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