Un día, cuando estaba sentado en la puerta de su casa, suspirando con tristeza sin parar, se acercó su mamá y le dijo:
- Arturo, ¿te has fijado lo que tienes a tu alrededor?
Arturo, sorprendido por la pregunta, contestó:
- Sí, árboles, flores, agua, tierra.
- ¿Y has observado si todas las flores tienen las misma intensidad de color? ¿Si todos los árboles son iguales de fuertes y altos? ¿Si todo el agua corre con la misma fuerza? - Dijo la mamá de Arturo.
-Claro que no mamá - contestó Arturo - Cada árbol y cada flor son distintos, por eso la naturaleza es tan bonita. Porque hay muchos colores, muchos olores y muchos sabores diferentes.
- Pues igual pasa con las personas y los animales. Cada uno es distinto porque eso hace que el mundo sea diverso. De esta forma podemos aprender los unos de los otros y compartir nuestras particularidades con los demás. Es la manera de enriquecernos - Dijo la mamá de Arturo sonriendo.
- ¿Enriquecernos? - preguntó en tono extrañado Arturo.
- Sí, enriquecernos. Enriquecer nuestro corazón y nuestros valores. Se consigue aportando cada uno aquello que puede favorecer a su grupo.
El elefante Arturo se emocionó con las palabras de su mamá y se quedó pensando cuanto aportaba cada flor, cada hoja, cada árbol y cada animal en la selva. Esto animó mucho al elefantito que empezó a sentirse mejor y a pensar lo bonito que era ser distinto al resto y cuanto podría dar cada uno a los demás.
- ¿Y sabes otra cosa? - Siguió la mamá
- ¿Qué? - Dijo el elefante Arturo expectante.
- Pues que si no quieres aburrirte hay muchas pero que muchas cosas que se pueden hacer. Por ejemplo, puedes jugar con los números. En la selva hay muchas cosas que se pueden contar, sumar, restar...Inténtalo, será divertido.
El elefante Arturo tenía una gran sonrisa de oreja a oreja en esos momentos. Claro que sí, su mamá tenía razón.
Había muchas cosas que se podían hacer con los números, con las letras, con los libros y con cualquier cosa siempre y cuando se esté en buena compañía.
Arturo se dio cuenta de que sus amigos, sus amigas y él se podrían aportar cosas distintas. Unos eran más rápidos, otros más tenaces, otros más creativos, otros más ingeniosos, otros más manitas,...Cada uno era distinto y por eso juntos sería más divertido jugar y disfrutar.
La diversidad era maravillosa, pensó Arturo muy feliz con este gran descubrimiento.
Cuento perteneciente a Cuentos de animales con valores - Volumen 5
Genial, a mi hijo de 6 años le ha encantado leerlo! Una historia para reflexionar :)
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