lunes, 22 de marzo de 2021

La gatita Glora y la técnica de la tortuga - Fichas de Lectura Comprensiva y Lectoescritura

La gatita Glora y la técnica de la tortuga - Fichas de Lectura Comprensiva y LectoescrituraGlora era una gatita blanca, peluda, mimosa y tranquila. Tenía un papá y una mamá que la adoraban, amigos geniales que la respetaban y todos los mimos que necesitaba. Los niños la querían acariciar y coger constantemente y ella, encantada con tanta atención, se dejaba hacer todo tipo de arrumacos y carantoñas.

Vivía en una bonita casa de campo, rodeada de flores, de árboles, de riachuelos y colores maravillosos. Un lugar especial lleno de luz.

Glora no podía pedir más. Tenía un hogar, mucha gente que la quería, una cama blandita para dormir, toda la comida que le entraba en el estómago y sus juguetes favoritos.

Pero de pronto un día Glora empezó a sentirse extraña. Las caricias parecían que la enojaban. Los arrumacos le fastidiaban. Las carantoñas le incomodaban. La comida no le gustaba. La cama le resultaba molesta.

La gatita no sabía explicar lo que le pasaba pero no se encontraba bien. Si estaba acompañada quería estar sola. Si estaba sola quería estar con alguien. Si le daban mucha comida no le apetecía. Si su plato estaba casi vacío se sentía hambrienta. Estaba, estaba….Se sentía, se sentía….No sabía cómo explicarlo.

Glora se pasaba el día de malhumor, maullando incansablemente, respondiendo con hostilidad, oponiéndose a todo lo que le proponían.

_ Estás muy antipática, Glora – le decían.

- Que desagradables estás, Glora – le repetían.

No hay quien te hable o se acerque a ti, Glora – le insistían.

Y cuanto más cosas de este tipo le decían peor se sentía Glora, peor reaccionaba y peor se comportab a.

Hasta que un día su mamá, una gata grande con un precioso y cuidado pelo negro la llamó y juntas se sentaron debajo del gran árbol. Un hermoso y centenario castaño repleto de erizos que avisaban de la llegada del otoño.

- Glora – le dijo con mucho cariño su mamá – Por lo que veo estás muy enfadada. A veces pasa, es normal que nos sintamos así. Lo que hay que averiguar es si hay algún motivo y cómo lo podemos solucionar.

- No quiero solucionar nada, solo quiero que me dejes en paz – replicó casi gritando Glora.

- Cuando se está irritado, lo mejor es hablarlo. Los que estamos a tu alrededor, te queremos, y estamos deseando entenderte y ayudarte si es que nos necesitas. - insistió paciente mamá gata.

- Yo no estoy enfadada – contestó Glora tozuda

- Pues a mi me parece que sí, tus ojos están semicerrados y tienes arrugas por alrededor de la boca y en el entrecejo – sonrió su mamá.

Solo es que no me dejáis tranquila. Me molesta que estéis todo el tiempo diciendo lo que tengo que hacer y cuando hacerlo, lo que está mal y lo que está bien, si debo salir o entrar, comer o acostarme… - chilló Glora muy malhumorada.

- Osea que sí estás enfadada – corroboró mamá gata - Pero todas esas cosas te las decimos porque queremos lo mejor para ti. Aunque lo ideal es que nos lo hubieras dicho para hablarlo. El dialogo es la mejor remedio, la forma más adecuada de solucionar un problema, cariño.

Glora miró sorprendida a su mamá. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que lo que realmente le pasaba era que estaba enfadada. Ahora se daba cuenta de que le molestaban algunas cosas y que solo con haberlo dicho en voz alta empezaba a sentirse mejor.

- Te propongo algo – dijo alegre mamá gata – Cuando haya algo que te enfade mucho, utilizas la técnica de la tortuga.

- ¿Qué dices mamá? - preguntó intrigada Glora.

- Las tortugas – prosiguió su mamá – tienen un caparazón para resguardarse ante las adversidades. Pues cuando te sientas enfadada, antes de contestar, chillar o poner cara arrugada, te metes en tu caparazón imaginario y te relajas un poco. Cuando salgas, ya más tranquila, solo será cuestión de hablar y buscar un acuerdo.

A Glora aquello le pareció genial. Ahora sabía qué le pasaba, cómo relajarse y cómo solucionarlo. Sin duda una mamá era lo mejor del mundo.

La gatita abrazó feliz a su mamá dispuesta a convertirse, aunque solo por un momentito, en tortuga cuando algo le hiciera enfadar.

Y guardó para siempre en su memoria que hablar y explicar lo que se siente, con cariño y buenas maneras, es la mejor forma de solucionar los problemas.



Autora en Amazon:Rosario Amodeo


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