miércoles, 21 de octubre de 2020

El vestido de brillo - Vídeo de Grafomotricidad

El vestido de brillo y Vídeo de Grafomotricidad
Hoy te voy a contar un cuento muy especial, distinto a cuántos te hayan contando nunca. Voy a hablarte sobre mi, sobre cómo hice que cambiara completamente mi aburrida y desesperante vida. Yo soy un vestido. Sí, como lo oyes, soy un vestido.

Vivía colgado de una fea percha de plástico dentro de un viejo armario de madera marrón. Estaba desesperado y harto de estar allí, de no hacer nada, de que nunca pasara nada.

Hasta aquel día, aquella mañana todo cambió para mi. ¿Quieres conocer mi historia? Pues presta atención.

Era un frío día de invierno, se oía mucho ruido en la casa, todos parecían estar muy atareados y felices. El ropero dónde yo estaba se abría y se cerraba sin parar y de él salían y entraban ropas de todo tipo. Pantalones, faldas, camisetas, rebecas, vestidos...todos parecían estar de fiesta, todos menos yo.

Nadie parecía darse cuenta de mi presencia, nadie me cogía, nadie quería ponerme... Entonces pensé que tenía que saber por qué, a lo mejor en vez de esperar que pasaran las cosas tenía que ser yo quién buscara el problema y le diera una solución.

Respiré hondo, me solté de la vieja percha y salí de aquel agujero. No sabía que hacer, por dónde empezar, necesitaba un poco de tiempo para pensar. Mientras andaba reflexivo por la habitación con la cabeza baja vi en un espejo un vestido sucio, roto y descuidado.

- ¡Qué horror! - exclamé en voz alta - ¿Tu quién eres? ¿Por qué no te cuidas un poco?

- Eres tú - dijo una voz de la otra parte de la habitación.

- ¿Yo? - respondí con tono dudoso.

- Antes eras un precioso vestido de brillos, eras un traje de fiesta elegante, distinguido, exquisito... No había persona en el mundo que no te quisiera - volvió a decir la voz.

- No lo recuerdo, ¿de verdad? - contesté mirando hacia donde salía la voz - Pero mira cómo estoy, así es normal que nadie me quiera.

- Te abandonaste, pensaste que eras tan especial y fantástica que ni tenías que cuidarte y que, además, no necesitabas que nadie te ayudara a hacerlo - continuó la voz.

- Es cierto - dijo otra voz - Eras orgulloso, pedante y soberbio. Estabas seguro de que eras imprescindible y que todos tendrían que aceptar tus desmanes, tus caprichos y tus groserías.

- Pero...¿Qué ha pasado? Miradme... - dije con voz llorosa - así no valgo para nada.

- Pues haz algo, no te quedes ahí mirando, lloriqueando y lamentándote. Tú y sólo tú puedes encontrar una solución. Hoy es Nochebuena, todos los vestidos estarán en la fiesta. Si quieres solucionar tu problema, tal vez hoy, sea el día perfecto - replicó otra voz.

- ¿Quiénes sois? - pregunté intrigada.

- Yo soy las perlas.

- Yo soy la purpurina.

- Yo soy las joyas.

- Yo soy el hilo de oro.

Me quedé callado, asimilando lo que estaba pasando y después de pensar un largo rato tomé una decisión.

- Si quiero recuperar mi vida, si quiero volver a ser un apreciado vestido de fiesta debo aceptar que necesito de los demás, necesito hilo, brillos, perlas, joyas, tela de sedas, encajes…

- ¿Estás diciendo que nos necesitas? - dijo la purpurina.

- Pues sí, me acabo de dar cuenta que por muy espectacular que sea necesito de los demás, y que pedir ayuda es de inteligentes. ¿Sabéis por qué? - pregunté entusiasmada.

- Pues porque hay cosas que no se pueden hacer solos - replicó el hilo.

- Exacto. Estas Navidades he recibido el mejor regalo del mundo, he aprendido dos cosas muy importantes - contesté feliz.

- ¿Dos cosas? ¿Cuáles son? - preguntaron intrigadas las telas de seda.

- Pues te lo cuento: Uno, que hay que tomar conciencia de cuáles son los problemas para buscar una solución y dos, que siendo agradecido y colaborando se consigue mucho más que siendo orgulloso y prepotente.

Mis amigos y yo nos pusimos a trabajar y aquella Nochebuena disfruté de la fiesta radiante, luminoso, jubiloso, brillando no sólo por fuera sino también por dentro, feliz y satisfecho, sintiéndome muy afortunado.


Y ahora, si te apetece trabajamos un poco la motricidad fina con unos ejercicios de grafomotricidad.







No hay comentarios:

Publicar un comentario