Ángel
estaba sentado en las escaleras de la entrada de su casa esperando a
su mamá. Estaba un poco preocupado. No quería hacer nada. No quería
jugar, no quería salir, no quería comer, nada, no quería nada. Por
fin llegó su mamá.
-
Ángel, cariño, ¿que haces ahí sentado? - dijo su mamá.
-
Esperarte, es que no quiero hacer nada – contestó algo triste
Ángel.
-
¿Estás malito? ¿Te encuentras mal? ¿Te duele algo? - insistió
su mamá.
Ángel
negó con la cabeza, no se sentía mal simplemente no quería hacer
nada. Su mamá le miró con cariño, se sentó en el sofá, lo
acurrucó
en sus piernas y le dijo:
-
Lo que te pasa es que te has bajado del autobús de los sueños.
-
¿Autobús de los sueños? - replicó Ángel sorprendido - ¿Qué
autobús?
-
El autobús de los sueños - le explicó su mamá- es un autobús
donde viajan todas los sueños y las
fantasías.
En cada asiento hay una ilusión distinta y
cada uno podemos elegir la nuestra.
Ángel
abrió muchos los ojos fascinado. Encantado con la idea imaginó
perfectamente lo que habría en cada una
de las butacas. Cada
asiento
de un color, los
había rojos, morados, amarillos, verdes, azules, rosas, celestes, ….
y todos
rodeados
de luces, estrellas, lunas y soles.
Ángel
imaginó todo tipo de sueños,.
Algunos
sencillos como jugar en el parque, estar más tiempo con sus papás,
compartir juguetes con sus amigos, saltar en los charcos o pasear por
la calle de noche.
Otros
sueños menos fáciles como tener un hermanito, seguir siempre con la
misma seño, ir a la casa de Papá Noel en verano o tocar las nubes
con las manos.
-
Todos los niños tienen un asiento reservado en el autobús de los
sueños – continuo
su mamá - Aunque
hay algunos que nunca se pueden subir, otros aunque están dentro no
se sientan, otros no se deciden por una butaca y otros, como te ha
pasado a ti, se bajan sin darse cuenta.
Ante
la cara de asombro de Ángel su
mama siguió
explicándole:
-
Por eso, lo que hay que hacer es estar atentos a nuestro alrededor,
no
dejar pasar el autobús y
elegir el asiento del sueño que quieras y conseguir que esos deseos
se cumplan.
Ángel
con una enorme sonrisa que iluminaba toda su cara, cerró fuerte sus
ojos para sentirse dentro del autobús de los sueños y, después de
un ratito pensando, decidió en que asiento se quería sentar ese
día.
Estar
con su mamá y recibir mimos. Esa era su butaca de hoy, su ilusión
de hoy.
¿Y
mañana?... Ya mañana elegirá otra nueva silla en el autobús de
los sueños puesto que cada día, cada momento, se puede seguir
soñando y deseando.
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