Enrique
 salió del colegio pensativo. La seño les había hablado sobre el día de 
la Paz y les había explicado muchas cosas. Enrique nunca se había parado
 a pensar sobre ello. Llegó a su casa serio, no le gustaba la idea de 
que tantas personas en tantos países vivieran en guerra. Enrique se 
preguntaba qué podría hacer él para que no sufrieran esos niños.
Cuando
 llegó a su casa, su abuela estaba allí, había ido a visitarlos. A 
Enrique siempre le daba alegría de verla pero aquel día estaba triste. 
- ¿Te pasa algo Enriquito? - le preguntó su abuela.
Cuando Enrique le contó lo que acababa de descubrir su abuela se sentó en la butaca y le contó una historia.
Hace
 muchos, muchos años, en un precioso y lejano país no celebraban el día 
de la Paz, ni tan siquiera conocían la palabra Paz, o mejor sería decir 
que no conocían otra cosa. Era un país muy especial y maravilloso. Sus 
habitantes nunca discutían, ni se peleaban, ni se enemistaban, ni 
luchaban los unos contra los otros. En aquel país todos compartían, se 
ayudaban, se amparaban, se querían y respetaban.
Hasta
 que un día apareció allí Renqui. Era un ser malvado, perverso, egoísta,
 ambicioso. Disfrutaba engañando, peleando y traicionando. Buscaba la 
guerra allá por donde iba.
Por
 su actitud, poco a poco, todos los habitantes del país se fueron 
volviendo desconfiados, dejaron de apoyarse los unos a los otros, 
comenzaron las discusiones, las peleas y las guerras.
En
 aquel país siguió sin utilizarse la palabra Paz pero, ahora no era 
porque no conocieran otra cosa, sino porque siempre estaban en guerra.
A Enrique le pareció que la historia de su abuela no le solucionaba su problema. 
-
 Abuela, pero esa historia no me sirve. Yo quiero saber qué podría hacer
 para que no hubiera guerras en el mundo, para que niños como yo no 
estén tristes, no pierdan sus casas, no se queden sin sus papás y todas 
esas cosas tan feas que nos ha contado la seño.
-
 Pues de eso va la historia Enriquito - le dijo su abuela - Si una sola 
persona puede provocar mucho mal una sola persona también puede provocar
 mucho bien. 
- Pues dime cómo abuela - dijo ansioso Enrique.
-
 Pues si no te peleas con tus amiguitos en el recreo, si compartes tus 
juguetes en el parque, si no discutes con tus hermanos, si no te enfadas
 con tus papás...estás evitando la guerra. Si te fijas en la historia, 
Renqui molestaba a los demás con sus formas, con su carácter y su maldad
 y esas personas se enfadaban más y más hasta que siempre estaban así. 
Cuando muchas personas pasan mucho tiempo enojados empiezan las guerras.
-
 ¿De verdad abuela? Entonces si yo soy generoso y me porto bien con los 
demás, ellos estarán contentos y también se portarán bien con otros y 
así como una cadena - dijo Enrique
- Eso es, cariño - contestó sonriendo con dulzura la abuela.
-
 Claro, eso sí lo puedo hacer abuela, yo puedo evitar las guerras. Haré 
lo que me has dicho y, a lo mejor, cuando yo sea mayor ya no hace falta 
celebrar un día de la Paz sino que todos los días serán de Paz.
Preguntas de Comprensión propuestas:
¿Cómo
 se llama el protagonista del cuento?; ¿De qué les había hablado la seño
 en clase ese día?; ¿Por qué estaba triste Enrique?; Cuéntame a tu forma
 la historia que la abuela le contó a Enrique; A Enrique le pareció que 
esa historia no le servía pero ¿qué le dijo su abuela?; ¿Cómo se forman 
las guerras?; ¿Qué puedes hacer tú para evitar las guerras?; ¿Qué 
deseaba Enrique que pasara cuando él fuera mayor?
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